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viernes, 16 de noviembre de 2007

La Tierra sigue esperando a que sus habitantes se pongan de acuerdo para evitar una catástrofe.


A la hora de las negociaciones, de poco le vale al IPCC llegar a la mesa avalado nada menos que por un Premio Nobel de la Paz. Los intereses de cada país siguen pesando y complicando el entendimiento. Por ejemplo, la actitud de Estados Unidos da pie una vez más a reproches. Un alto miembro de la delegación alemana acusó al país de estar “jugando sucio”, por intentar relativizar la relación entre el cambio climático y las emisiones de gases de efecto invernadero de las que son responsables los seres humanos. “A todas luces, una parte de la comunidad mundial y, por desgracia, también la superpotencia estadounidense, no están en condiciones de ponerse a la altura de su responsabilidad”, comentó el político socialdemócrata Michael Müller.

También los ecologistas tienen a Estados Unidos en la mira. Según Gabriela von Goerne, portavoz de Greenpeace, los estadounidenses han comprendido que son en parte culpables del calentamiento global, pero “a todas luces les cuesta mucho dejar constancia de ello por escrito”. En consecuencia, según se ha filtrado a la prensa, Washington sigue tratando de darle vueltas al asunto, por ejemplo pidiendo que se consigne el aumento del uso de combustibles fósiles a partir del año 2000. Con ello, se enfocaría la atención hacia gigantes emergentes como China. Pekín, en cambio, hace hincapié en que el desastre proviene del siglo XX, con lo cual quedarían otros en la primera fila del banquillo de los acusados.

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