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jueves, 16 de agosto de 2007

Editorial


Vamos a Clases!

Otra vez se inicia el año escolar, y con él surgen las nuevas demandas sobre las necesidades de útiles escolares para los estudiantes de clase pobre, los que no tienen padres laborando, los que no reciben apoyo de ninguna institución.

Hay casos como uno que conocemos en La Otra Banda, donde el padre y la madre no trabajan, no porque no quieran, si no, porque no hay plazas para ellos y encima de eso la escuela le cobra $100.00 pesos para poder inscribir sus tres niños a la escuela.

Encima de eso, pagar por uniformes, mochila y útiles, buscar el dinero del transporte diario, o apelar al interés del muchacho para que camine más de un kilómetro diario para poder ir al centro, que está ubicado en el sector La Joya de esta ciudad.

Hay casos en que no deberían ser ellos los que busquen cómo enviar a sus hijos a la escuela, si no, que debería el gobierno o la secretaría hacer un reparto de utileria escolar en los barrios marginados.

Es una obligación del Estado censar a las familias de escasos ingresos, donde apenas consiguen para su sustento diario,y llevar lo mínimo para que no surja una deserción de esos estuidiantes.

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