El pasado viernes, mientras la menor Emely Rodríguez de seis años se desmontaba de una guaguita, luego de salir de la escuela y esperar más de una hora bajo el sol candente del mediodía, con hambre y sed; se desmontó al llegar al frente de su casa, cruzó la calle y un vehículo por poco se la lleva al otro mundo.
Sin percatarse de lo que había hecho y con el menor interés de pararse para confrontar lo que había pasado, el muy irresponsable conductor aceleró la marcha dejando la menor en la calle, cuya tarvia ardía por el fuerte sol.
Los que vieron el hecho sólo dijeron: Cobarde! Párese! pero él hizo caso omiso.
Esa es la inseguridad que viven los niños, los ancianos y los desvalidos.
No hay donde poner una querella. Y en caso de muerte, menos hay donde reclamar el dolor!
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